domingo, 13 de noviembre de 2011

Maratón de New York 2011: El Gran día (Crónica Parte 1)

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El insomnio es un mal amigo de los maratonistas.

Total oscuridad y silencio en la habitación del hotel. Yo sin reloj y con miedo de haberme quedado dormido.
Antes de acostarme pedí que me despertaran a las 4 AM, pero la paranoia de que se olvidaran me tuvo en vigilia.

Me levanto, llamo a recepción y pregunto la hora.

-Half past two...

No lo podía creer, me quedaba una hora y media y no podía dormir bien. Sólo me había pasado en mi primera maratón, en las otras dos, no.
El miedo era perder el ferry, llegar tarde y no poder cruzar a Staten Island...no era cosa sencilla llegar.
Había esperado tantos meses ese día, me lo había imaginado tanto, había hecho tanto para estar ahí, que si me dormía... me autocastraba.
Pero como es más importante relajar el cuerpo que dormir, hice lo mejor que pude.



El kit casi completo la noche anterior

4 AM

Llegó la hora y puntualmente me llamaron. Empezamos bien.
Mi compatriota y amiga maratonista Anita estaba en el piso de abajo, y tuvo el mismo combate con la ansiedad, pero creo que durmió más que yo.
Salimos ya cambiados y nos fuimos a 55 Street, unas 10 cuadras, a buscar a los otros dos espartanos. Ahí nos esperaban Jota y Seba a las 5 AM. Hicimos unas fotos antes de salir a la calle otra vez.
La ciudad estaba a oscuras todavia, pero como intrusos, ya se veian caminar por las calles a decenas de corredores, inequívocamente corredores, que nos mezclábamos con gente que volvía de la fiesta.

Seba se iba en micro, asi que nos despedimos de él y partimos con Jota y Anita a tomar el subte. Ya abajo, en el andén, era una convención de maratonistas ansiosos, eramos una plaga, como una logia secreta invadiendo New York a oscuras.
Estábamos en buena hora; por una vez estaba llegando temprano a un lugar.
El viaje duró unos 20 minutos desde Columbus Circle, cerca de Times Square hasta la terminal del ferry, en el extremo sur de Manhattan.

Llegar a esa estación y ver el cartel fue lo más. La había visto en tantas fotos y videos, ahora estaba yo ahí a punto de poner mis pies en el barquito que me llevaba a un sueño.
Eramos miles, pero el nivel de organización es tremendo.
No tardamos más de 5 minutos en estar arriba del ferry y todos con lugar para sentarnos.

Cuando empezó el viaje sin demasiado prólogo, el cielo empezaba a aclararse.
Salí a la baranda del ferry, y me sorprendí con la vista de Manhattan desde el agua, y mucho más cuando giro mi cabeza hacia la izquierda y noto que "allá cerca" está la Estatua de la Libertad.
Fue mi primera vez en New York, asi que entenderán que me sentía dentro de una película todo el tiempo.
Fotos y video a morir. Los llamo a los chicos que estaban sentados adentro, y a inmortalizar  el momento con nuestras cámaras. Toda la baranda llena de "maratonistas-turistas" captando ese momento inolvidable.

Pasada la foto con "la niña", recorro un poco el interior del ferry y me voy a la baranda opuesta.
Era el momento justo, todo parecía cronometrado por una mano divina; en ese instante empezaba a amanecer. El agua "planchada" interrumpida sólo por el tránsito del ferry y yo ahí, con Manhattan de fondo, más allá la Estatua de la Libertad, Ellis Island y a mi lado, cientos de ilusiones que viajaron miles de kilómetros para vivir un momento de felicidad.
No pude hacer otra cosa más que sacarme una foto para no olvidar jamás el momento.


Se puede hacer otra cosa más que sonreir en un momento como este?


STATEN ISLAND

No miré la hora, pero estimo que no tardamos ni 30 minutos en llegar a la isla desde donde parte la maratón.

Era un típico barrio-pueblito de peliculas... cero edificios, casitas muy lindas que con su calidez contrastaban con el acero de Manhattan, al menos donde nosotros bajamos.
Pensaba que sus habitantes debían sentirse invadidos por 47 mil personas una vez al año, una mezcla de honor y de "Bueno...a qué hora termina esto, eh?"
Nos esperaban unos buses perfectamente ordenados y cronometrados, que sin cesar llebavan gente hasta las "villas" anaranjada, verde y azul. El viaje demoró 10 minutos. En todo momento era; "Keep walking please"... nadie debía quedarse varado hasta llegar a las villas... todo organizado perfectamente, no me canso de decirlo.

El acceso a las villas era SOLAMENTE mostrando el dorsal con el número.
Es casi impensado que algún colado pueda llegar hasta la salida...hay varios controles.
"Jota" fue el primero en separarse para ir a su sector; la de color azul. Con Ana seguimos caminando y buscamos un desayuno power antes de largar, porque no habiamos hecho tiempo antes.

Faltaba poco más de dos horas, pero el tiempo se pasaba volando y como había sol, a mi no me hacía tanto frio, pero había gente muy abrigada en el suelo por todos lados, con mantas, mucho abrigo, gorros... me pareceía como mucho.

Café, unas donas de Dunkin Donuts que Homero NO hubiese envidiado para nada de gomosas que estaban.
Un poco de Gatorade, baño y a dejar mi bolsa con ropa en los camiones de UPS ordenado por numeros de competidor y en mi ola color naranja.
Algunas fotos, me encontré ahí con Pablo (de Córdoba) y a su amigo Lucho (argentino residente en los EEUU) y charlamos un rato.

La acompaño a Ana a dejar sus cosas en la villa verde, su color.
Es que nos separan  en 3 horarios de partida: 9.40, 10.10 y 10.40 (acorde al tiempo que declaraste probable para terminarla).
Y cada horario tenía 3 colores, los anaranjados, azules y verdes.
La saludo a Ana que se queda en su villa y me voy a la mía.

Había sol y buen humor. Muchas fotos y personajes. Ansiedad, charlas, anécdotas y la Babel de maratonistas más grande del mundo en su esplendor.
Banderas de todos los paises, acentos, expresiones, pequeños ritos, atuendos curiosos... todos unidos en un mismo objetivo.
Muchos habíamos viajado miles de kilómetros, para correr "sólo" 42.

Abrigos, personajes y sonrisas. No eramos franceses, mexicanos, argentinos o ingleses; eramos seres humanos a punto de concretar un sueño


TIEMPO FINAL

En todo eso se pasaron mis dos horas de espera.

Los parlantes empezaban a anunciar en varios idiomas que los corrales estaban abiertos y que había un plazo para entrar a los mismos.
Descarto la ropa de abrigo casi innecesaria a esa hora para mí. Había gente con grandes bolsas negras recolectando todo eso que tiene destino de caridad.

Voy a mi corral, me acomodo todos los detalles; cordones, dorsal, riñoñera, cámara de fotos, bandera, geles, Garmin, cinta en las tetillas, todo estaba ok...

Varios helicópteros sobrevolaban la soleada mañana en el puente Verrazano. Ya estábamos todos encolumnados.
Palabras oficiales, presentación de los corredores de elite, que salian en esa primera ola en la que yo estaba, himno estadounidense, suena un estruendo de cañón, se oye la canción "New York, New York"... y arrancamos...


Ahí estaba yo empezando a concretar un sueño. El de muchos también.
El corazón galopando, la sonrisa infinita, la imagen de mi gente recorriendo mi cabeza, la señal de la cruz...
Era un mar de sensaciones... había empezado la maratón.


Para leer el final del relato, ENTRA ACÁ


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