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SILUETAS, BESOS, AMORES...
Por la ventana se veían los contornos de los edificios. Un recorte perfecto; siluetas de cemento todavía a oscuras. El lunes estaba aún sin luz natural a pesar de las 7 de la mañana que se cernían sobre el reloj. Casi un tercio del día había transcurrido, pero la ciudad todavía bostezaba.
El invierno en Buenos Aires es frío y húmedo. Darle la espalda al Río de la Plata, o en todo caso mirarlo de frente, tiene su precio en el termómetro. El sol se toma su tiempo para salir a escena, como si el ruido de las autopistas lo espantara y le hiciera extrañar la gentileza de algún tango sonando en Caminito, justo ahí por donde aparece cada mañana, al pie del Río, por donde la Vuelta de Rocha se da un beso con Avellaneda y su luna.
Sí; el sol ilumina Caminito, La Boca, San Telmo...y va cubriendo de amarillo en segundos cada rincón de Buenos Aires como una gota de tinta que se dispersa... eso si la niebla no ha tomado antes por asalto estas calles agitadas, de asfalto o adoquín añejo.
En eso pensaba esa mañana de Julio que me atrapó frente al monitor de la computadora. Era temprano pero ya estaba trabajando, y claro..."trabajando".
No había un diario digital en el monitor esa vez, no había un frenético F5 buscando noticias de último momento, no había un zapping caótico de canales informativos... pero sí se leía a todo tamaño; "21K de la Ciudad de Buenos Aires. INSCRIPCIONES".
En el mismo monitor se reflejaron durante cinco minutos mis ojos dilatados por el "pánico escénico".
Nunca en mi vida había corrido tanto. Qué estoy haciendo?... yo, ese tipo que "apenas" llegó a correr 10 kilómetros, que ha entrenado a lo sumo 13, 14... Cómo se me ocurre soñar con una media maratón cuando faltan sólo dos meses?... Cómo es que considero siquiera la posibilidad de poder lograrlo?... Cómo puede ser que...?, Cómo puede ser que ya me haya anotado?, en qué momento acabo de hacerlo?... acabo.. de... hacerlo...
Había completado mis datos, el corazón me latía fuerte mientras lo hacía. Llegar a la parte de "Contacto de emergencia" me hizo correr un escalofrío por la espalda. Mmmhh... a quién pongo?... a cuál de mis personas más cercanas le afectaría menos ir a verme al hospital?, pensaba tragicómicamente...
Cuando los campos estuvieron completos, respiré profundo. Acepto términos y condiciones. Confirmar inscripción. Enter. Estoy loco.
Creo que si mi cabeza no hubiese detectado nervios, miedo y adrenalina, no lo hubiese hecho. No me hubiese inscripto. Pero esa maldita-bendita necesidad de desafiarme, otra vez me había hecho meter en un hermoso problema.
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Una postal de aquel 21 de Septiembre de 2008 |
YO SOY AQUEL
Ya conté sobre
mi primer 10K en un relato anterior. Habían pasado dos años de eso. Dos años de "corredor golondrina", de ir y venir, de correr por tres meses, dejar cinco y volver... acorde a mi necesidad. En ese par de años después de mi primer 10K había corrido bastante rusticamente algo así como 6 o 7 carreras, pero la mayoria en los ultimos meses... el 2008 empezaba a encontrarme cada vez más entusiasmado con "eso de correr"...
No sabía nada de nada; no sabía de zapatillas, ni de técnica, ni de ritmos, de hidratación, elongación o rutinas. No tenía idea de braceo, de pasadas, fondos o geles. No sabía en donde quedaba el "sóleo", ni el tensor de la fascia lata ni qué era el periostio... No sabía quien demonios era Haile Gebrselassie ni Paula Radcliffe (si tampoco lo sabes, no pasa nada, sólo soy un poco obsesivo).
No imaginaba que iba a estar escribiendo este blog, filmando videos, viajando a New York, tatuándome un leopardo en la pierna, dando "recomendaciones" a otros corredores o toda esta locura... ese era yo, hace cuatro años.
Sólo sabía que correr me daba mucho placer. Que habían carreras que encontraba de casualidad en algún afiche callejero, que "entrenando" un poco estaba listo... y no salía nada mal...sólo me ponía esas zapatillas duras que compraba "porque son lindas", me ponía una remera que parecia conveniente y ya...
Pero correr 21K... era una locura.
SEPTIEMBRE
Quedaban dos meses y no sabía si iba a llegar. Y eso me mantuvo vivo. Vivo y alerta.
Hacía poco me había mudado y extrañaba mi querido Parque Centenario, con sus veredas rotas y las viejas de los gatos. No estaba ni cerca de tener un Garmin que midiera distancias de entrenamiento, ritmos, pulsaciones ni nada de eso.. apenas un cronómetro común y un cálculo casero... por eso digo que "creo" que corría 3-4 veces por semana con un volumen máximo de 14 kilómetros... en esos dos meses llegué a 16, "y que sea lo que Dios quiera".
Claro que tampoco entrenaba en un equipo, no tenía profesores, no tenía plan de entrenamiento, no tenía fundamentos técnicos... ni siquiera sabía que existían muchas de esas cosas. Yo sólo salía a correr instintivamente.
Estaba un tanto "desprovisto". Tenía el arrojo de los que no tienen real dimensión de dónde se están metiendo. Tenía pocas cosas...pero tenía coraje y ganas. Y eso es justo lo que no puede faltar.
LA EXPO
Recuerdo haber llegado a la expo donde se entragaban los kits. Habían pasado los dos meses, y te diré que es lo que sentí.
Que estaba solo en esto. Que estaba por intentar algo que nunca había hecho. No sabía que sabía poco del tema. Tenía miedo de no llegar. Que no sabía qué le pasaría a mi cuerpo corriendo semejante distancia.
Que nunca había corrido tanto en la vida "de una sola vez". Que había mucha gente que sabía más que yo y que empezaba a tener más miedo por ver el respeto que le tenían a la distancia.
Que a medida que se acercaba el día no podía dormir bien. Que hablaba todo el tiempo de mis 21K con gente que me miraba y poco parecía importarle, pero que necesitaba hacerlo para descomprimirme.
El no tener un equipo en ese entonces, me llevaba a hablarlo con cualquier persona... y me tenian que aguantar.
Empecé a buscar con cuidado en internet. Sitios que parecieran "serios". Alimentación, recomendaciones, entrenamientos.. no encontré videos motivacionales y eso es algo que noté y parece que quedó registrado en mi subconciente...y quedó "incubando".
Cuando llegué a la expo había un stand de un grupo de entrenamiento de la marca sponsor... proyectaban un video de gente entrenando... me apreció fabuloso. Pregunté el precio, los horarios... no era caro. Pero me pareció que me daría mucha vergüenza, yo novato, presentarme con esas "bestias" que aparecían en los videos...Incluso cuando salía a correr con mis remeras de 10K, me sentía un ñoño cuando me cruzaba con alguno que llevaba estampada una con un 21K y pensaba; "este animal ha corrido una del doble de distancia que yo... que looser soy"... lo pienso hoy y me rio de mí mismo y de mis inseguridades.
Hoy me da mucha emoción cuando los "nuevos" me dicen eso mismo... pensar que yo razonaba del mismo modo, me dan muchas ganas de alentarlos y hacerles saber que son grandes y capaces aunque ellos ya lo sepan...
De todas maneras no fue en ese momento en que empecé a ir a un grupo. Deberían pasar unos meses más... pero otra cosa más quedó incubando en mi cabeza...ya eran dos.
Retiré mi remera. Hermosa. Color anaranjado que aún conservo y que considero tan especial. Muy linda ella. Veía esas zapatillas sofisticadas, esa ropa "rara" (se llama "ropa técnica", hijo... "ropa técnica").
Ya no había vuelta atrás... el miedo se empezó a transformar en adrenalina... faltaban 48 horas. En realidad menos... de viernes a la tarde al domingo a la mañana, el perverso reloj gozaba viendo mi mirada furtiva cada 30 minutos sobre sí.
Ultimas horas. Había leido por ahí que había que comer pastas, frutas, tomar más líquido que lo habitual desde un par de dias antes... y ahí estaba yo; entre spaghettis, bananas y bebidas isotónicas.
La noche anterior me persigné. Entregué la situación. Ya era hora de enfrentar el desafio.
Podré dormir?... podré lograr dessszzzzz..?
Sí. Dormí.
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Foto oficial: Gorra negra, "riñonera" cronómetro simple y la tirita en la nariz. Km 15 |
DOMINGO 21 DE SEPTIEMBRE. 2008
Había mucha nubosidad. No sabía eso en ese momento, pero es algo bueno para correr.
La largada estaba en la histórica Plaza de Mayo de Buenos Aires. Frente a la Casa de Gobierno, a la Catedral Metropolitana y demás...
Se ve que no tenía dimensión de verdad acerca del evento. Llegué sin mucha anticipación. Dos cuadras antes empecé a ver la marea humana de miles de remeras anaranjadas atiborradas en Diagonal Norte.... "Carajo.. tanta gente?". Tardé 5 minutos en cruzar la alfombra, por lo menos eso bajó mi ansiedad.
Vean al "nuevo". Las zapatillas eran cada vez más adecuadas para no lastimarme ni lesionarme. Empezaban a ser más "eficientes" que "lindas". Me puse una gorra negra que aún conservo también. Y de lo que hoy me rio; nos habían dado en la expo de esas tiritas para "respirar mejor" de cuya real utilidad hoy dudo.
Pero bueno... me la puse sobre el tabique nasal según instrucciones... parecía "más atleta".. quién sabe.
Recuerdo que había leido algo de unos geles y no se cuánto... "geles"?... para qué, de qué son?... no, no... por las dudas, no (algo más quedaba incubando en mi cabeza)... y decidí la hilarante idea de llevar una banana "para el recorrido". Lo hilarante no es tanto la banana, si no, dónde llevarla... y encontré la solución en una riñonera (o "banano" como le dicen en otros paises de Sudamérica).
Tenía algunas premisas además de miedo; correr tranquilo para llegar. Saber que si llegaba bien al kilómetro 17, iba a poder lograr terminarla. Nota mental; pasado el kilómetro 16, comerme la banana.
Y TODO FLUYÓ
Me sorpendí corriendo feliz, cómodo, suave... ví que más allá de las apariencias, había mucha gente que corría más lento que yo, me animaba pensar que aquel que parecía un espartano feroz, se quedaba muy detrás mio. Esa odiosa comparación me hacía ganar confianza en mí. Uno aprende con los años que es mejor ser liviano y menudo para correr distancias largas.
Y corrí...y corrí y fui feliz. Recuerdo que estaba lleno, pero lleno de brasileños. Como 1.500 supe después. Era un clásico, supe después.
Nunca miré el reloj porque tampoco tenía idea de calcular ritmos y eso...Cuando llegué al kilómetro 15, pensé en la banana. Creo que había visto demasiado "Popeye el marino" de chico, que creía que la banana sería como la espinaca; que me daría inmediatamente un envión. Uno aprende después que el organismo tarda más de lo que uno piensa en procesar los beneficios de la noble banana, pero psicologicamente era eso; un envión.
Asi que en el kilómetro 16, me comí la banana como quien recarga combustible. Otra premisa que tenía en mente; si paso el kilometro 17 con resto físico, acelero la marcha apenas llegue al 18.
Y llegué excelente. Empezaba a invadirme cierta euforia que fue creciendo, como cuando el sol tiñe de amarillo la mañana, sin prisa pero sin pausa. Y es que el sol ya había salido. Y mi sonrisa también.
KM 18
"Solo faltan tres", pensé y me sentía tan bien, que empecé a apurar el paso y a pasar a muchos corredores que ya no daban más. Hoy sería divertido saber los ritmos que puse en eso ultimos 3 kms de carrera, especialmente en el último. La prueba terminaba en la misma Plaza de Mayo.
Y por ahí llegué yo, cada paso que hacía era una cachetada de euforia y endorfina.
Dios mio, lo estaba logrando.
Dios mio, el loco, el inconciente, el miedoso, el mal entrenado, el nuevo... lo estaba logrando.
Dios mio... no sabía hasta ahí de cuánto era capaz.
Y los ultimos metros estallé en una sonrisa increible, luminosa, interminable, estallé en euforia, en alegría, en emoción... empezaba a entender que correr no era solo correr, empezaba a darme cuenta de que correr es un estado mental, un puente hacia la felicidad... un camino de aprendizaje, de saber que uno puede más de lo que cree...
Ahí estaba ese loco, terminando por primera vez en su vida, de correr tanto de una sola vez.
Levanté las manos, "el puño en alto", no me importaba nada ya.
Era el Rey del mundo junto a esas decenas que llegaban conmigo.
Todavia lloro cuando recuerdo aquello, como ahora lo estoy haciendo.
Crucé la linea, grité, aplaudí, me emocioné... y fui a retirar mi medalla. Esa que sin saber, me había ganado durante muchos meses de entusiasmo y preparación.
Algo estaba creciendo en mí. Mi corazón latía fuerte, pero no sólo por correr... la felicidad no cabía en mi cuerpo... me estaba enamorando de correr. Y el amor era correspondido.
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Foto oficial: Ultimos metros, llegando a la meta en Plaza de Mayo, con enorme sonrisa |
RÉQUIEM PARA UN MIEDO
Correr una carrera hace que, en cada paso que das, le des un pisotón a tus miedos.
Correr es desafiarse de manera permanente. Tirarse a un circo lleno de leones hambrientos para ir domándolos de a uno.
Pero... por qué elegí hablar de mi experiencia, si quien corre su primer 21K sos vos?.
Por qué llegaste hasta acá leyendo?.
Yo sé por qué.
Porque vos y yo estamos hermanados aún sin conocernos.
Porque aquellos miedos mios hoy tal vez te pertenezcan, o tal vez dibujes la sonrisa cómplice de saber que pasamos por lo mismo.
Si es tu primera vez, disfrutala lentamente, suave, sin prisa pero sin pausa.
Enamorate de tu poder, de tu fuerza, de tu belleza humana.
Te aseguro que vas a lograrlo. No habrá fantasmas que te venzan si en tu corazón llevas la victoria.
Desde ahora imaginalo, visualizá tu llegada.
Lo estás haciendo?.. qué esperás?... Hacelo!
Allá ves el arco... hay mucha gente aplaudiendote. Te esperan más allá de la llegada. Cada vez los gritos suenan más fuertes, sincronizando volumen con los latidos de tu corazón, que se sale de tu pecho de lo feliz que está.
Cómo vas a festejar tu pequeña epopeya?... vas a levantar los brazos?, vas a abrazarte con alguien?, vas a mirar al cielo?, vas a pensar en alguien?... Quiero que lo imagines ahora, que desees llegar feliz, que te llenes de energía.
NADA es más fuerte que tu corazón y tu mente trabajando juntos. Nada más simbólico que cruzar una meta, que es como atravesar miedos y dejarlos atrás.
Nunca te olvides que la victoria está en el corazón.
MISMAS SILUETAS, MISMOS BESOS, NUEVOS AMORES...
Por la ventana se veían los contornos de los edificios. Un recorte
perfecto; siluetas de cemento que ya no estaban a oscuras. El lunes estaba luminoso y brillante. Las 7 de la mañana se cernían sobre el reloj.
Casi un tercio del día había transcurrido, pero la ciudad todavía
bostezaba.
La primavera en Buenos Aires es gentil. El sol sale a escena cuando aún estamos en casa despertándonos, y justo
ahí por donde aparece cada mañana, al pie del Río, por donde la Vuelta
de Rocha se da un beso con Avellaneda y su luna.
Sí; el sol
ilumina Caminito, La Boca, San Telmo...y va cubriendo de amarillo en
segundos cada rincón de Buenos Aires como una gota de tinta que se
dispersa... y la niebla en primavera, está prófuga y sin pedido de captura.
En eso pensaba esa mañana de Septiembre que me atrapó frente al
monitor de la computadora.
Era temprano pero ya estaba trabajando, y
claro..."trabajando".
No había un diario digital en el monitor esa
vez, no había un frenético F5 buscando noticias de último momento, no
había un zapping caótico de canales informativos... pero sí se veía a
todo tamaño una foto mía sonriendo y cruzando una meta; "21K de la Ciudad de Buenos Aires. LO LOGRASTE".
Habían pasado 2 meses de aquella mañana de miedos y dudas. De ese ENTER "inconciente".
Un nuevo ser iba naciendo dentro mío. Me sentía fuerte, poderoso y feliz... Había sido el click final para un nuevo inicio...y de tantas cosas que empezaron a incubarse dentro mío,
empecé a soñar con mi primera maratón.
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Hoy guardo de recuerdo la remera, la medalla y hasta la caja del kit. |
GRACIAS POR VENIR
Twitter: @luchorunner
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